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Mostrando las entradas de 2015

MI TOUR AL MERCADO CENTRAL, EL GUACAL DE ZIN Y EL MONTÓN DE COMPRADOS.

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Ahora fui al centro a hacer mis “comprados”. Como algunos de ustedes ya saben, acostumbro hacer mis compras en el mercado Sagrado Corazón, los domingos en compañía de mi hermana; pero vaya, nos ganó la hueva y no fuimos, así que como ya sólo tenía dos cebollas en la refri, me aventuré a ir yo solita, con la idea de traer sólo lo necesario para cubrir los tres tiempos hasta el fin de semana. Entonces, me apié allí por el ex Simán, que hoy le mientan: “Plaza Centro”, bajé hasta donde era… o es, no sé, la “Galería Central”, en ese punto empieza el recorrido que hacemos los domingos con la sister, tenemos un sistema bien estructurado que no admite improvisaciones y va de la siguiente manera: Tortillas, embutidos, productos importados (sí, en el mercado central tenemos proveedor de comida importada y no somos creídas), pollo, carnes, verdurita cortada para la sopa, olor, parada obligatoria para tomarnos una horchata, abarrotería, comida para los perros, fruta, verduras y pan de ori...

POR EL PRIVILEGIO DE SER MUJER.

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Cada vez que una mujer toma el coraje suficiente para expresar sus opiniones con cierta libertad, tiene que estar preparada emocionalmente para lo que viene, incluso si se expresa con propiedad y hace buen uso de las palabras. Por lo general, la reacción natural de quienes la escuchan o la leen es de censura inmediata; esta reprobación automática ha existido desde siempre, es una suerte de reflejo condicionado, una necesidad de condenar, minimizar y desacreditar las opiniones que vengan de una mente femenina; y por salud mental, una debe hacer de tripas corazón para enfrentar y tolerar lo que venga, porque es el precio que hay que pagar por el “privilegio” de ser mujer. Muchas mujeres tienen pensamientos muy abiertos y acertados, cargados de sentido común, opiniones inteligentes, con gran valor crítico; pero no alzan la voz, viven bajo el temor constante de  decir lo que piensan, por miedo a ser censuradas, ultrajadas verbalmente, desacreditadas y transgredidas, porque sie...

NO, EL AMOR NO MUEVE MONTAÑAS.-

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Los seres humanos estamos enfermos de amor, esa frase me remite de inmediato a aquella canción de John Lennon: “All you need is love” (Todo lo que necesitas es amor), hasta allí, todo bien. La dificultad se presenta cuando todo el amor que tenemos se vuelca hacia otra persona y nos olvidamos de amarnos a nosotros mismos, y eso es apego, no amor, el amor es otra cosa. Es culturalmente aceptable la idea de que el amor todo lo puede, que el amor mueve montañas, que el amor es incondicional y eterno; tenemos tatuado en nuestro subconsciente una noción equivocada del amor, porque el amor es cosa de dos y a veces uno se queda queriendo solo y en ese camino pierde la dignidad. Una de las evidencias más tangibles de esta afirmación, se manifiesta con esa aplicación tecnológica del diablo llamada WhatsApp , esa burbujita verde es el detonante de las muestras más aberrantes de falta de amor propio. Veamos un ejemplo: Cuando la persona a la que estás emocionalmente vinculada está onl...

EL POLLO

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Me sorprendí esta tarde recordando a un mi pretendiente con el que nunca llegué a nada, no por falta de ganas, ni porque no me gustara; la verdad, todavía no sé qué pasó. Le decían El Pollo y se parecía a Jim Morrison, era casi idéntico, llegaba a mi apartamento con unos amigos de la Universidad, para la época en la que habíamos formado un grupo literario que se llamaba: “Milpazos”; él también estudiaba en la UCA, no recuerdo qué carrera, pero tenía que haber sido Filosofía o Psicología, porque era muy callado. El Pollo no hablaba mucho, era de esos silenciosos con aspecto de hippie, que se sientan en un rincón y te observan con minuciosa atención, cuando hablaba lo hacía pausado y con un tono de voz profunda y melancólica, casi como un susurro aterciopelado. A pesar de su constante mutismo, El Pollo sí hablaba conmigo, la primera vez que platicamos, se quedó después de que todos mis amigos se fueron a sus casas, hablamos hasta la medianoche, cuando nos dimos cuenta de la ...

FIESTAS PATRONALES Y ENCUENTROS CASUALES (Una historia de terror a la salvadoreña).

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Esta es una historia real, le sucedió a un amigo y compañero de Universidad a quien llamaremos Carlos, por razones de confidencialidad. Carlos es originario de Lolotique, municipio de San Miguel y como todo buen Lolotiquense, le encanta ir de vacaciones a su pueblo, sobre todo en época de fiestas patronales. Corría el mes de febrero y en Lolotique se respiraba ese típico olor a fiesta: risas, alegría, algodones de azúcar, dulces artesanales y conocidos que te saludan por la calle como viejos amigos. Cuando sos de pueblo, las fiestas patronales son un acontecimiento importante, se trata de salir con los amigos, vestir tus mejores “mudadas”, trasnochar y divertirte. Para Carlos, estas fiestas eran especiales, porque había una cipota en el pueblo a la que llevaba varios meses taloniando. Cada fin de semana, cuando llegaba del receso de la U, se aseguraba de llevarle algún chocolate o un regalo especial de acuerdo a su presupuesto de estudiante, para mantenerla siempre a la ex...

EL PALITO DE MORINGA DE MI PAPY

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Estas son unas semillitas que estoy tomando a diario para equilibrar mi sistema inmunológico, son un hallazgo de mi papá que siempre está buscando remedios alternativos naturales para contrarrestar los síntomas de mi Lupus. “La Moringa o “Moringa oleífera”, es un árbol originario de norte de India. Crece en casi cualquier tipo de suelo, incluso en condiciones de sequía, por eso los científicos recomiendan a las poblaciones que lo cultiven para alimentarse; contiene un alto contenido de proteínas, vitaminas, minerales y una cantidad excepcional de antioxidantes que le confieren cualidades sobresalientes en la nutrición y salud humana”. Tengo conocimiento de los beneficios de la Moringa, porque mi papy intentó inútilmente cultivarla en el jardín de nuestra casa, hará unos diez años. Digo que “intentó inútilmente”, porque mi Pá es un hombre sumamente culto, un manantial de conocimiento, con un montón de títulos, el hombre más inteligente y sabio que conozco, pero la agricultura n...

DOBLEMORALISTAS SEXUALES.

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A propósito del reciente caso sobre la publicación de un video íntimo; acción perpetrada por parte del señor José Mauricio Gómez Julián, alias Mauricio Béjar Jaddalah; en el cual se le observa de manera explícita sostenido relaciones sexuales con su entonces novia; he leído, no con asombro sino con repulsión, toda clase de insultos hacia la víctima, hombres y mujeres que se creen poseedores de una moral intachable y que profieren toda clase de juicios vejatorios en contra la verdadera afectada y vitorean la conducta del ahora procesado por una serie de delitos en contra de la imagen y la dignidad de su ex pareja. Me asombra aún más el discurso de doble moral en el que el tema principal consiste culpar a la víctima, y es que cuando tu argumento se fundamenta en asegurar que él hizo mal, pero que ella también tiene la culpa por haberse dejado tomar el video, lo que en realidad estás haciendo es darle solvencia moral a éste sujeto por lo que hizo, lo estás justificando, lo que en...

SORORIDAD Y EL ESTIGMA DE LO MASCULINO

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¿Cuántas veces escuchamos a una mujer referirse a otra en términos peyorativos?, nuestro subconsciente está programado para aceptar como válido el ultraje a la dignidad de otra mujer bajo ciertas circunstancias, no ponemos reparo en llamar “zorra” a aquella que ha tenido un romance con un hombre casado, “puta” a la que ha tenido varios compañeros sexuales, o “perra indecente” a la que exhibe su sexualidad libre prejuicios. La sociedad nos divide en cuatro arquetipos: La santa, la puta, la tonta y la virgen.  Ustedes como yo, tienen una o varias amigas que habiendo sido víctimas de una infidelidad, no vacilan en arremeter en contra de aquella que le ha “robado” al marido, que lo "sonsacó" y se le "metió por los ojos"; "la muy zorra se le llegaba a meter a la oficina", se les oye decir. Les pregunto: ¿Este hombre no tiene voluntad propia para negarse ante las insinuaciones de otra mujer que no sea la suya?, la última vez que revisé, los hombres te...

LA SALIDA AL CHANTILLY

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El año era 1994; mi edad: 17; estado civil: todo me vale verga; metas a corto y mediano plazo: joder hasta que el cuerpo aguante. Yo soy muchacha de pueblo, nací en Santiago de María, un pueblito ubicado en el departamento de Usulután; y como toda niña de pueblo, al terminar mi bachillerato me mudé a la capital para estudiar en la Universidad. Mis papás me amueblaron una casa que quedaba en la Colonia Escalón Norte, era preciosa, pintada de color crema, con una sala de ventanales enormes al fondo, instalados de pared a pared que dejaban ver el patio trasero, contaba también con tres habitaciones y área de servicio… No, mis papás no eran ricos, la casa era de una tía que nos la alquilaba barata a cambio de darle mantenimiento. Durante las primeras semanas mis papás se quedaron conmigo para dejarme bien instalada con todo lo necesario para empezar mi vida de estudiante universitaria, recorrimos todos los alrededores a pie, para que yo pudiera familiarizarme con mi nuevo “háb...

Los mangos de Lolotique y de la vez que casi me cago en el bus.

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Desde que yo era muy peque, he tenido un gusto casi enfermizo por los mangos; digo enfermizo sin exagerar, porque no había nada en el mundo que yo deseara tanto, como ver llegar la temporada de mangos.  Esto sucedía en mi pueblo y en todo oriente, en el mes de abril. Cada año, al llegar la Semana Santa, mi papá y mi mamá nos llevaban a Chinameca a pasar las festividades con los abuelos, y yo jodía y jodía con que me llevaran donde mi abuelita Mercedes; no porque tuviera un lazo especial con mi abuela, sino porque en el patio de su casa había un enorme palo de mangos de oro, de esos que son rojos y cholotones, tan grandes como para dejar nockeado al comensal más panzón.  Yo recogía los que ya se habían caído del palo y estaban regados en el piso y así todos reventados y sin lavarlos me los iba comiendo, dejando un rastro de cáscaras detrás de mí. Nunca llegué a contar cuántos me comía por vez, pero calculo que entre unos siete o diez. Mi mamá siempre me sentenciaba: “T...