LA SALIDA AL CHANTILLY
El año era 1994; mi edad: 17; estado civil: todo me vale verga; metas a corto y mediano plazo: joder hasta que el cuerpo aguante. Yo soy muchacha de pueblo, nací en Santiago de María, un pueblito ubicado en el departamento de Usulután; y como toda niña de pueblo, al terminar mi bachillerato me mudé a la capital para estudiar en la Universidad. Mis papás me amueblaron una casa que quedaba en la Colonia Escalón Norte, era preciosa, pintada de color crema, con una sala de ventanales enormes al fondo, instalados de pared a pared que dejaban ver el patio trasero, contaba también con tres habitaciones y área de servicio… No, mis papás no eran ricos, la casa era de una tía que nos la alquilaba barata a cambio de darle mantenimiento. Durante las primeras semanas mis papás se quedaron conmigo para dejarme bien instalada con todo lo necesario para empezar mi vida de estudiante universitaria, recorrimos todos los alrededores a pie, para que yo pudiera familiarizarme con mi nuevo “háb