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Mostrando las entradas de septiembre, 2016

RELATO ERÓTICO #1: El Escritor

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La primera vez que lo vi, contaba yo dieciocho tiernos años y él era bastante mayor. Frecuentábamos los mismos círculos, pero nunca cruzamos palabra. Me gustaba verlo leer, memoricé sus gestos y sus rasgos, las líneas de expresión que ya empezaban a surgir alrededor de sus ojos, la tozudez de sus manos y aquel tono de voz como de catarro descuidado con el que leía sus versos. Como un acto enfermizo, casi masoquista, me enamoré. Pero nunca me miró. Como pasa siempre con los afectos no correspondidos, eventualmente perdí el interés y mi vida siguió su curso, y un día, así sin más, dejé de pensar en él. Dos décadas más tarde lo encontré de casualidad, conservaba la misma mirada, la misma sonrisa, los mismos ojos castaños y a pesar de su cabello ya encanecido, para mí continuaba siendo el mismo. Nos miramos. Me sonrió y pasó de largo, pero esta vez me negué a ser invisible y decidí escribirle. Fue un texto corto, pero directo: “Cuando era una niña, estaba enamorada de vos”. No

RELATO ERÓTICO #2: ABEL

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Era una tarde de miércoles particularmente nublada, recuerdo que había empezado a llover desde el lunes y tuve que obligarme a salir del apartamento para ir por un café al bar de la Calle Berlín que era el único abierto desde las tres. Me puse lo primero que encontré: un vestido negro de tirantes demasiado corto y con aquel clima supuse que seguramente me daría frío, de modo que me decidí a usar esas medias negras que hacía tiempo colgaban olvidadas en una percha al fondo del closet, unas botas militares, una bufanda y un suéter tejido para abrigarme, todo negro. Más allá de combinar el atuendo, pretendía disimular que tenía demasiada pereza para reparar en detalles. Tomé mi morral y caminé bajo la llovizna que en aquel momento me pareció inofensiva.   Para cuando llegué al bar, estaba empapada, pero el aroma del café recién hecho que venía desde adentro me calentó el alma. Me abrí paso a través de la cortina de caracoles que cubría la entrada y caminé a través del pasillo osc

RELATO ERÓTICO #3: LILIANA.

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Ernesto y yo nos conocíamos desde niños, fue el primero que me tocó las tetas, habíamos sido esa clase de novios que se manosean con la ingenuidad de no saber exactamente lo que están haciendo. Eran tiempos más inocentes y al descubrir de la mano nuestra sexualidad quedamos para siempre en el recuerdo del otro; pero uno crece y la vida encuentra la manera de poner distancia. Con el tiempo dejamos de vernos, incluso de hablarnos, para cuando cumplió los 15 se mudó y no volví a saber de él. Pasaron los años y pasó la vida y un día de casualidades, me encontré por la calle con uno de sus hermanos y aproveché la oportunidad para preguntar por él y de paso pedir su número para contactarlo. Esa misma tarde le llamé. No reconocí su voz, la última vez que lo escuché hablar él tenía 14 y de alguna manera yo tenía registrado en mi memoria ese tono chillón que define en los varones la llegada de la adolescencia. Me sentí estúpida cuando después de su “Hola”, yo pregunté: “¿No sabes qui