UNA TAL MARTITA.
Cuando yo estudiaba en la U, tenía una compañera que se llamaba Martita. La Martita era una de esas personas de bondad enorme, súper buena amiga, amable y solidaria, pero para el estudio era algo lenta, no le abundaba, por más que estudiábamos juntas, nada se le quedaba, jamás entendía. Sin embargo, como era billetuda, me pagaba para que le hiciera las tareas y los cuestionarios, y para copiar en los parciales era la puta ama; pero, tenía una particularidad: cuando no encontraba la forma de hacer trampa en un examen, jodía de amores hasta que le pasaras las respuestas. Así, a pura copia, la Martita logró terminar la U y para el último examen del seminario de graduación, ella se tenía que sacar 8 de mínimo para poder aprobar el curso, entonces andaba afligida, pero como era súper cachimbona para copiar, tomó sus precauciones para no aplazar y me apartó el pupitre atrás del de ella para que le pasara la copia. Pero con la mala suerte de que al llegar el Lic. nos cambiaron de lug