GRACIAS, VEROLIEBERS


El día que me subí a una ruta 27 y me fui a dar una gran perdida tratando de llegar al centro de San Salvador, nunca me imaginé que ese iba a ser el comienzo de más de cien historias contadas y más de 365 estados compartidos. Juro que mi única intención al contar esa aventura era que alguna alma caritativa se solidarizara conmigo por la gran aflicción que acababa de pasar, jamás se me habría cruzado por la cabeza que mi vida fuera tan hilarante para tanta gente.

Yo creo que a todos nos pasan cosas graciosas, lo que sucede es que no todos las contamos o a lo mejor a mí me pasan cosas tan chistosas porque soy bien salida, porque cuando repartieron la pena yo estaba comprando pupusas con curtido de mayonesa, según decía mi abuela.

Recuerdo que cuando era adolescente, en el colegio me regañaban no menos de cinco veces al día. La Directora que era una señora muy correcta y por quien guardo un enorme afecto, asomaba la cabeza por la puerta de la Dirección y me gritaba: “Verónica Larín, hasta aquí te oigo las carcajadas criatura”; cuando había algún alboroto en el colegio, decía: “Y no andará en ese desorden una tal Verónica Larín” y sí, siempre andaba jajaja. Por alguna razón, siempre que sucede algo memorable, yo estoy allí para registrarlo.

Soy de personalidad extrovertida, desde que recuerdo; y siempre creí que era algo malo, pensaba que de alguna manera yo debía tratar de ser como el resto; pero llega un momento en la vida en que uno se da cuenta que tiene que aceptarse como es y sacar el mejor provecho del buen ánimo que la naturaleza le dio.

Hay tantas cosas que todavía no cuento, como la vez que por andar chirotiando metí la pierna en una olla de masa para tamales o la vez que también por andar brincando me tropecé y me reventé la ceja con una banca y esa otra en la que me bañé con lodo solo por diversión y las monjas me tuvieron que restregar para sacarme el lodo de los calzones; y aquella en la que un Doctor hijo de mil putas me invitó a salir y me hizo pagarle la cuenta o la del man que tenía un pene descomunal pero que solo me vio en calzones y… eso fue todo jajajaja.


Todavía me queda mucho por contar, mucho por decir, mucho por enseñar, pero este post es para darles las gracias por leerme, por estar pendientes de todo lo que publico, por cada comentario, por cada like, por cada inbox, por cada vez que me escriben para contarme sus cosas personales solo para desahogarse o para pedirme un consejo. Gracias, gracias por el cariño, gracias por la constancia, en verdad me alegran la vida. Los quiero a todos y todas, hasta a los sexosos que joden con que enseñe las nalgas y a los que se aguantan las putiadas cuando me encachimbo. Gracias, gracias de veras, son geniales. 

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